TIERRAQUEMADA





Allí, en la linde rayana
de Castilla y de Aragón
cuando un mayo se acababa
verde, florido y con sol.

Allí, tuve yo la suerte
de ver brillar las estrellas
y allí luché mil querellas
que ha veces te traen muerte.

Aquella tierra quemada
por el frío y el olvido
andando largos caminos
con uno y otro gemido.

Sin una voz que responda
a la llamada quejosa
encontrando mil espinas
y no encontrando una rosa.

Allí pasaron los días
en tiempos de mi niñez
días vacíos de pan
y si cargados de sed.

Días fríos y de polvo
y de secar el sudor
buscando un norte perdido
y un horizonte mejor.

Días secos de labranza
y de siegas desdichasdas
recogiendo las espigas
de cosechas mal logradas.

Días cortos, días largos,
días nublos y de escarchas
teniendo por compañera
la fuerza del Matacabras.

Días que a veces unían
la noche con la mañana,
por los caminos oscuros
con subidas y bajadas.

No se sabían las horas
marcadas por el reloj,
eran la luna y estrellas
y el sol con su resplandor.

Ellos, marcaban los pasos
del día que ya llegaba
ecelerando el trabajo
de aquella tierra quemada.

Y en estos tiempos modernos
que dicen: Algo ha cambiado,
veo las mismas miserias
si miro del mismo lado.

Parados por mucho tiempo,
caraduras, vividores,
reclamando sus derechos
como fieles servidores.

Que se salve aquel que pueda,
el barco se hunde en el mar,
¿Donde están la democracia,
la justicia, y la igualdad?

       Zaragoza, Abril de 2.013
       Germán Herranz Rillo

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