Paseando por el adarve molinés





   Paseo por el adarve
que está solitario y frío
arropadas van las gentes,
silencioso pasa el río.

   Y al contemplar desde el puente
el transcurrir de sus aguas,
¡Que pena verlas pasar
turbias y contaminadas!

   Me voy hacia San Francisco
y allí en la torre, en lo alto,
veo al giraldo en silencio
centinela sin descanso.

   El fue testigo en su día
de feriales de ganados,
de partidos de pelota
y de luchas entre hermanos.

   Y vuelvo a pasar el río
voy callado y observando,
a la izquierda, el puente viejo
¿Para cuando restaurarlo?

   Al lado el Estudio Dos
donde se venden regalos,
fotografías, cristales
y los mas diversos cuadros.

   Autobuses con viajeros
que van con prisa y de largo
y que han parado a tomar
café caliente en El Paso.

   Mas adelante el hotel
altivo y engalanado
obsequiando a sus clientes
tranquilidad y descanso.

   El casino con sus juegos,
con su café y su tabaco,
con la copa y su tertulia
tratando de temas varios.

   Del fútbol o de los toros,
de máquinas y de arados,
de ganados y cosechas,
de pinares o sembrados.

   Veo las tiendas de muebles
servidas con gran encanto
por profesionales viejos
conocedores del paño.

   Las entidades bancarias
silenciosas y mirando
hablan poco y en voz baja
y a todos van ayudando.

   Carnicería y estanco
junto al centro sanitario,
enfrente, quioscos con prensa,
al lado, “Los Escolapios”

   Tú, adarve molinés,
de todos tu sabes algo
por que eres arteria viva
y todos por ti pasamos.

   Los niños hacia el colegio,
con permiso los soldados,
con santos las procesiones,
charlando los jubilados.

   Y estás siempre en el recuerdo
de aquellos que aunque lejano,
si el tiempo se lo permite
quieren estar a tu lado.

           Pamplona, 1.992
         @  Germán Herranz Rillo







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