Molina
punto de encuentro
de docenas
de caminos
que llegan
desde los pueblos
de tu ancho
señorío.
Todos venimos a ti
cuando algo
necesitamos
bien sea en
días de fiesta
o en los
días de mercado.
Farmacias, ferreterías,
carnes,
verduras, pescados,
arroz para
las matanzas,
rejas para
los arados.
De todo nos abasteces
y en tí
pasamos un rato,
charlando
con los amigos
que de otro
pueblo han llegado.
De la alta Paramera
llegan los
de Maranchón,
donde se
bailaba "El Pollo"
ya, en otra
generación.
Desde abajo, desde Embid
y con
Aragón rayanos,
los que
cantaban la jota
al regresar
de los campos.
De Tartanedo y Tortuera
con el
remolque cargado,
los grandes
terratenientes,
los de la Sexma del Campo.
Y desde Checa y Orea
por la
derecha y despacio
van
llegando los camiones
cargados de
pinos largos.
Este es tu vivir Molina,
transparente,
limpio y claro
lejos de
tanta pamplina
y de tanto
cuento raro.
Hombres sencillos y nobles,
trabajadores
y honrados,
con la
vista hacia el futuro
sin olvidar
el pasado.
Todavía están presentes
aquellos
castillos altos
con muchos
siglos encima
y
oficialmente olvidados.
Y los caminos reales
por barrancos
y collados,
por que en
la cañada fértil
los ha vencido
el arado.
Las casonas que nos hablan
de un
grande y rico pasado,
con
heráldicos escudos
y balcones
enrejados.
Cual centinelas alerta
orgullosos
de su encargo,
los
pairones molineses
día y noche
vigilando.
Ermitas por las cañadas,
por oteros
y páramos
donde van
las romerías
para rezar
a los santos.
Y tus hijos por el mundo
siempre en
lo mismo pensando,
en tener un
tiempo libre
y en tu
seno disfrutarlo.
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